El calabacín – o calabaza de verano – pertenece a la familia de las cucubitáceas. De hecho zucchini – el término italiano para calabacín – quiere decir «calabaza pequeña».
Desde el principio de los tiempos, el cultivo del calabacín se extendió por todas las zonas templadas del planeta como por ejemplo Egipto, Grecia o Italia. Y serán los árabes quienes desarrollarán la producción de esta verdura por las regiones más occidentales del Mar Mediterráneo, resultando un alimento muy socorrido para las clases medias y bajas durante la Edad Media.
El componente que define el calabacín es el agua, seguido por los hidratos de carbono, conteniendo unos niveles extremadamente bajos de grasas y proteínas. Debido a estas particulares, y unido a su aporte de fibra, es un alimento idóneo para personas con problemas de sobrepeso. Además contiene vitaminas C, B y A, además de minerales como el magnesio, sodio, yodo, hierro, calcio y potasio.
Normalmente el calabacín se utiliza para recetas saladas (crudo en ensaladas, en cremas, rellenos, en tortilla, fritos). Pero su sabor dulce y afrutado lo hace apto para la elaboración de bizcochos húmedos y sabrosos.
Esta receta que combina el dulzor del calabacín con el picante del jengibre y el toque ácido de las semillas de amapola es una buena muestra.
Cake de Calabacín con Jengibre y Semillas de Amapola
Ingredientes:
480 gr de calabacín rallado
400 gr de azúcar
240 gr de harina
3 gr de sal
10 gr de jengibre molido
5 gr de impulsor
3 gr de bicarbonato
3 gr de nuez moscada molida
30 gr de semillas de amapola
50 gr de jengibre confitado
4 huevos
la ralladura de 2 limones
5 ml de extracto de vainilla
210 ml de aceite de oliva virgen extra
Para el glaseado
¼ de zumo de limón
85 gr de azúcar no refinado
200 gr de azúcar lustre
Preparación:
Precalentar el horno a 175º y encamisar un molde de cake. Mirar en este enlace las diferentes maneras de hacerlo.
Mezclar en un bol el calabacín rallado con 60 gr de azúcar. Transferir la mezcla a un colador puesto encima de otro bol. Ponerle un peso encima. Esto hará que el calabacín pierda su agua.
Mezclar la harina con el impulsor, el bicarbonato, la sal, el jengibre y la nuez moscada y tamizar. Añadir las semillas de amapola y el jengibre confitado cortado en trocitos y reservar.
Montar los huevos con el azúcar restante hasta que hayan doblado su volumen. Añadir la ralladura de limón y el extracto de vainilla y seguir batiendo hasta que esté todo bien integrado.
Bajar la velocidad de la batidora y sin dejar de batir incorporar el aceite poco a poco – en hilo – .
Utilizando una espátula, mezclar con movimientos envolventes los ingredientes secos con los líquidos hasta que quede una masa homogénea. Ir añadiendo poco a poco el calabacín rallado y bien escurrido.
Verter la mezcla en el molde preparado y hornear unos 50 minutos aproximadamente.
Cuando esté hecho, retirar del horno y dejar enfriar en el molde unos 20 minutos antes de desmoldarlo.
Mientras hacer el glaseado, ir mezclando el zumo de limón con o refinado el azúcar lustre y batir hasta que no queden residuos secos.
Sacar el cake del molde y con la ayuda de un pincel aplicar una capa generosa de glaseado encima y a los lados del cake. Dejarlo enfriar completamente encima de una rejilla hasta que la glasa se haya endurecido.
Música para cocinar: Boy Town Gang – Can’t take my eyes from you
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